El pasado martes 1 de julio, invitado por el Hub de Turismo de Extremadura, tuve la responsabilidad de coordinar un taller participativo sobre turismo religioso y peregrinaciones, celebrado en el Centro Cultural y de Congresos de Guadalupe.
Una vez más se puso de manifiesto la urgente necesidad de tomarse en serio este segmento turístico en Extremadura, en pleno crecimiento y con una oportunidad estratégica real que pasa por establecer una alianza con el país vecino, Portugal. Establecer nexos de cooperación entre el Santuario de Fátima, Chandavila (La Codosera) y Guadalupe supondría la generación de nuevos productos y experiencias turísticas en el suroeste peninsular, con enormes posibilidades de convertirse en un nuevo referente del turismo religioso y espiritual en la Península Ibérica.
El próximo año 2026, Guadalupe celebrará un nuevo Año Jubilar, al que se sumará otra fecha histórica y fundamental para la planificación y preparación estratégica de los grandes acontecimientos que se celebran en Guadalupe y en Extremadura: el 12 de octubre de 2028, fecha en la que se conmemora el centenario de la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe como Reina de la Hispanidad.
La red de caminos de peregrinación a Guadalupe vertebra la región en todos sus puntos cardinales y, además, conecta de manera directa con otras rutas de peregrinación nacionales, manteniendo sólidos vínculos históricos con ciudades como Madrid, Sevilla, Toledo, Mérida o Cáceres, e incluso con Portugal. A pesar de su importancia histórica, siguen siendo los grandes olvidados de la Península Ibérica, aunque actualmente se trabaja en rescatarlos, promocionarlos y otorgarles el valor que merecen.
No debemos olvidar, bajo ningún concepto, lo que Guadalupe, Extremadura y la propia Portugal significan en los vínculos con Iberoamérica, así como su potencial para la atracción de turismo hispánico y, por tanto, internacional.
Necesitamos, pues, iniciar una sólida alianza entre las instituciones y administraciones públicas (central, autonómica y local), el sector empresarial, la jerarquía eclesiástica y la sociedad civil, para articular un plan estratégico construido desde la base y la participación de todos los sectores y actores implicados, que garantice una cogobernanza sólida y estable, capaz de anticiparse y afrontar con solvencia los retos y desafíos que se avecinan.
Extremadura puede y debe liderar esta empresa, apasionante, necesaria y absolutamente viable.

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